abril 20, 2006

PLANIFICACIÓN URBANA Y DELINCUENCIA.

Con sorpresa he leído las opiniones y los juicios del candidato presidencial de la derecha en cuanto a que la delincuencia se está transformando en un factor de desigualdad social.

Si la hipocresía fuera delito, cuántos políticos estarían hoy tras las rejas. Sería bueno que la gente supiera que esto se debe principalmente a la segregación creciente que existe en las ciudades chilenas producto de la Política de Desarrollo Urbano de la dictadura, contenida en los documentos del Minvu de 1978, uno de cuyos objetivos era la conformación de barrios homogéneos en donde los pobres coexistieran con los pobres y los ricos con los ricos.

Esto ha devenido en una ciudad dicotómica en donde coexisten, sin tocarse, el derroche y la escasez, la salud y la enfermedad, el ocio y la superexplotación o la cesantía, etc.

Primero fueron las erradicaciones forzosas de la dictadura, luego las políticas de viviendas periféricas de la Concertación, para lograr las viviendas sociales más baratas del mundo, destruyendo las redes sociales de cooperación e interrelación entre las distintas capas de la población.

De ahí que se haya revertido el proceso integrador de toda la sociedad chilena, que llegó a su punto más emblemático con la construcción de la Villa San Luis, en medio de la comuna de Las Condes.

Hoy ese ejemplo de voluntad de integración ha sido reemplazado por negocios inmobiliarios de indiscutible plusvalía y hemos alejado a las capas populares a una periferia cada vez más lejana, que en épocas de crisis se llevan la peor parte al combinarse la falta de acceso a bienes y servicios básicos de calidad con los índices de cesantía que nuestro país ya conoce.

No vaya a pensar la gente que puede venir el remedio desde donde vino la enfermedad y vuelva a botar por los ideólogos de la dictadura que se aprestan a volver en gloria y majestad, ni por quienes han continuado durante más de una década profundizando el modelo económico de la dictadura.