mayo 20, 2006

LOS PLANES REGULADORES COMUNALES.

Por todos lados y en todas las comunas en donde se están actualizando o ejecutando por primera vez los Planes Reguladores Comunales, la comunidad se levanta y reclama por las decisiones que se están tomando y por la falta de participación ciudadana en las mismas.

Hace un tiempo fue Recoleta y hoy vemos a los vecinos de La Reina y Providencia reclamar por cómo las autoridades comunales, con la complicidad legal de los diputados y senadores, se disponen a abrir dichas comunas a lucrativos negocios inmobiliarios que reemplazarán añosos y consolidados barrios residenciales de mediana y baja densidad, por edificios en altura, que brindarán a la municipalidad jugosos permisos de edificación y a las empresas inmobiliarias cuantiosas ganancias.

Para ellos el deseo de los habitantes de esas comunas, de seguir viviendo en este tipo de barrios que están en serio riesgo de extinción, no pesa nada pues el gobierno local se ha revelado como absolutamente impermeable a las necesidades y expectativas de sus electores.

Ahora bien, lo cierto es que la culpa no la tienen exclusivamente las autoridades vigentes, ni las pasadas, ni las que vendrán. La culpa debe repartirse por igual entre todos los actores que directa o indirectamente participan en la manutención del modelo actual y de sus formas de entender a la ciudadanía y su relación con el estado como instrumento de dominación.

Primero están quienes hacen las leyes, que han validado una y otra vez el hecho de que los Planes Reguladores se desarrollen sin la participación de la comunidad. De hecho, la ley actual solo obliga a incorporar a la comunidad en una función meramente consultiva, solo una vez que el proyecto está terminado, sin siquiera obligar a incorporar las observaciones emanadas de las simbólicas reuniones informativas o asambleas populares. De hecho se considera la participación para en-tender (entrar en la tendencia) mientras la participación que la gente reclama es para trans-formar (cambiar las formas).

Luego la responsabilidad recae también en las escuelas de arquitectura y urbanismo, que desde la etapa de formación de los profesionales que se dedican a la planificación, cada día con menos capacidad de crítica, han ido consolidando una forma de entender la planificación urbana y el ordenamiento territorial, casi exclusivamente como una forma más de movilizar recursos con miras a la tan ansiada reproducción del capital sin que el usuario o el destinatario final de la planificación juegue rol alguno en dicho ejercicio intelectual de los iluminados del ordenamiento territorial.

Luego están las autoridades de los gobiernos locales que no asumen que la ley, en cuanto a participación ciudadana se refiere, solo establece mínimos obligatorios, convirtiendo la participación en un tema casi exclusivo de voluntad política. Así, todos deben saber que nada impide a los alcaldes de las comunas el incorporar la participación comunitaria de forma temprana y vinculante, que significa incorporarla durante el proceso de elaboración del proyecto para conocer e incorporar los sueños de quienes habitan el territorio en la etapa de elaboración del mismo y que las decisiones mayoritarias de la comunidad obliguen a la autoridad a actuar en consecuencia.

Por último, está la responsabilidad de los ciudadanos y ciudadanas, que no se interesan en los problemas mientras estos no les toquen directamente sus intereses y que luego de quejarse en forma reiterada de las decisiones cupulares y de la falta de participación, vuelven a votar por los mismos candidatos y partidos políticos que han mostrado un sistemático desprecio por la comunidad, por la participación y por la democracia, como forma de relacionarse con su entorno, siendo éste, uno de los resabios más profundamente arraigados de una cultura autoritaria de la cual Chile aún no logra desembarazarse.

Es cierto, nunca vimos a los ciudadanos y ciudadanas de La Reina reclamar contra la Costanera Norte en solidaridad con los habitantes de Pedro de Valdivia Norte en Providencia. Tampoco vimos a los habitantes de Recoleta solidarizar con los habitantes de Providencia que hace años vienen reclamando por la destrucción de sus barrios y espacios públicos. Tampoco hemos visto a los ciudadanos que hoy reclaman hacerse cargo de las innumerables denuncias de la agrupación Defendamos la Ciudad que encabeza Patricio Herman. Sin embargo, a todos los hemos visto reeligiendo una y otra vez a sus alcaldes, concejales, diputados y senadores para luego volver a verlos quejarse de las decisiones que de manera inconsulta toman las autoridades.

Toda esta situación me hacer recordar ese viejo refrán que plantea que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Es de esperar que los chilenos y chilenas despierten antes de que sea demasiado tarde.

AUTOPISTAS URBANAS Y MODELOS DE CIUDAD.


Nuevamente han vuelto los tacos a nuestra querida metrópoli y el sueño de dejar en el olvido las congestiones vehiculares a las "horas punta", gracias a las magníficas obras de infraestructura urbana realizadas bajo el gobierno de Lagos, se han esfumado como tantas otras promesas de los gobiernos de la concertación.

Hoy lo que se discute, sin embargo, es si las concesionarias tienen o no, el derecho a recurrir a la vieja ley de la oferta y la demanda, incluida en el diseño del negocio ex profeso como mecanismo de ajuste, para restablecer el precio de equilibrio entre el bien ofertado (que no funciona ni funcionará a ningún precio) y el bien demandado.[1]

Se busca subir la tarifa en las “horas punta” para desincentivar el uso de la pista por parte de esa pujante clase media que sueña con vivir como el 5% más rico de la población de nuestro país. Ese 5% para el que, en realidad, fue hecha la Costanera Norte y las otras autopistas urbanas.

Resulta increíble, en todo caso, que se sigan discutiendo los problemas de nuestro país de manera tan simplona y sobreideologizada, pues se discute el valor, que a la luz de los antecedentes que se manejan es legal[2] y por todos los actores involucrados en el negocio, conocido, y no el modelo de desarrollo urbano y de ciudad que la ideología neoliberal, que extiende el control del mercado a todos los ámbitos de la vida cotidiana, promueve.

Hoy lo que hay que asumir, de una vez por todas, es que esa ciudad ideal, dejada a la mano invisible del mejor administrador de los recursos, que es el mercado, no funciona y que el mercado es incapaz de entregar a los ciudadanos una calidad de vida como la que promete mediante la mentira del crecimiento infinito y la autorregulación.

El problema de nuestras ciudades no son los tacos ni la congestión vehicular. El problema de nuestras ciudades son los viajes provocados por una ciudad mal planificada o mejor dicho, sin planificación.

El problema es que el estado se ha replegado una vez más para dejar al mercado operar en una ciudad que ha crecido gracias a la especulación y los increíbles negocios de los agente inmobiliarios, sin racionalidad, sin un plan, solo en virtud de la libertad de los agentes económicos.

Gracias a dicha libertad, esta ciudad ha devenido en dicotómica. La pobreza y la riqueza existen sin conocerse. El ocio y la superexplotación conviven sin saber que el otro existe. El hambre y el derroche habitan la misma ciudad pero ninguno sabe del otro, más que por la televisión y las noticias. En nuestra ciudad, mientras unos discuten su calidad de vida en términos de minutos más o menos de demora en llegar de la casa al trabajo y viceversa, otros se levantan a las 5:30 AM hrs para atravesar la ciudad en búsqueda de satisfacer algunas de sus necesidades o las de los suyos.

Las encuestas origen-destino vienen demostrando hace años que más del 60% de los viajes que se realizan en el día, los motiva la búsqueda de trabajo y estudio. Si a ellos sumamos la búsqueda de otros servicios como salud y comercio, hoy concentrado en grandes centros comerciales capaces de atraer hacia si a personas de todas partes de la metrópoli, llegaremos a más del 80% de los mismos.

Esto implica que si gastáramos solo una parte de los recursos que se gastan en asegurar a algunos privados, nacionales o extranjeros, estos estupendos negocios que son las autopistas, en dotar a la periferia de nuestras ciudades de buenos colegios, buenos hospitales o consultorios y si planificáramos zonas de industrias inofensivas más integradas con la trama urbana, a la vez que barrios más heterogéneos en donde convivieran los que trabajan con los que dan trabajo, los viajes disminuirían sensiblemente y no necesitaríamos continuar destruyendo nuestra ciudad y nuestro patrimonio para construir grandes autopistas que inevitablemente volverán a congestionarse y a colapsar en las horas punta, mientras el resto del día permanecer casi vacías.[3]

Claro está que para eso debiéramos estar dispuestos a dar una discusión menos sobreideologizada, en donde se ponga al centro de la discusión, la calidad de vida de la ciudadanía y no las utilidades de los consorcios y las grandes empresas.

Para ello alguien debiera declarar oficialmente el fracaso del mercado en numerosas ámbitos, entre ellas la del desarrollo urbano, en donde se ha revelado como incapaz de asignar de manera adecuada los recursos y ha generado males casi imposibles de solucionar.

Finalmente para ellos debiéramos dotar al estado de un instrumental metodológico y técnico para intervenir el territorio en búsqueda de mejorar la calidad de vida de nuestras ciudades, con ejercicios de planificación con participación ciudadana temprana y vinculante de quienes habitan la ciudad, con políticas de viviendas social inclusivas e integradoras que no busquen el record mundial de las soluciones habitacionales más baratas y que atiendan la cantidad de viviendas necesarias, sin dejar de lado la calidad de la vivienda que, en definitiva, es el lugar en torno al cual gira la vida y no solo una cantidad de metros cuadrados con techo para albergar los huesos de quienes no tienen un lugar para pasar la noche.

Es imprescindible entender que una casa, por buena que sea, que esté mal ubicada en la trama urbana y que genera viajes cada vez más largos y costosos para quienes las habitan, no es una buena vivienda y genera un desarrollo urbano imposible de sostener sin destruir la calidad de vida de los habitantes y el ya precario equilibrio con el medio ambiente.

[1] El bien ofertado y el demandado, en este caso, es una carretera sin congestión para un tránsito fluido a velocidades promedio de 70 Km/hr.
[2] Esto gracias al concurso serio y responsable de nuestros parlamentarios que ahora pretenden aparecer defendiendo a la clase media de las leyes que ellos mismos generaron.
[3] Esto es la ineficiencia de la eficiencia: Se invierten millones en infraestructura que se ocupa cuatro horas al día a una frecuencia que la hace rentable mientras para infraestructura para la cual existe mayor demanda y con mayor continuidad como escuelas, hospitales, plazas y universidades, no hay dinero.

EDIFICIO CORPORATIVO CODELCO NORTE

1. INTRODUCCIÓN.

El presente texto corresponde a un intento de hacer crítica arquitectónica desde una perspectiva académica. Es por tanto un ejercicio poco difundido en nuestra sociedad y solo con algunas expresiones menores al interior de las escuelas de arquitectura, en donde lamentablemente la crítica académica, con altura de miras, parece haber desaparecido hace tiempo de los talleres y las aulas para instalarse de manera poco sana, en algunos pasillos, renunciando por cierto, a su contenido académico.

No podía ser distinto en un gremio que hace rato ha cambiado la preocupación por el usuario en la arquitectura por un excesivo protagonismo del arquitecto en permanente y frenética búsqueda del aplauso de sus pares a la eventual originalidad de los grandes gestos en la arquitectura, entendida ésta, casi exclusivamente como arte. Esto ha llevado a una identificación tan bárbara entre el arquitecto y “su obra”, que se ha perdido la relación de esta con la ciudad y el impacto que genera en ella y sus habitantes. Por lo mismo la crítica a la obra ha terminado entendiéndose como una crítica al arquitecto y por ello, se ha convertido en una parte de la disciplina que está en peligro de extinción y que, sin lugar a dudas, pone en peligro el lugar que la arquitectura posee en la sociedad, en sus ciudades y asentamientos humanos.

Por lo mismo deseo partir explicitando la matriz teórica desde la cual plantearé mi acercamiento a la obra de arquitectura en cuestión, la que proviene de una mezcla entre la búsqueda estética y el método científico, y que entiende como objetivo primordial de la arquitectura, entendida como disciplina, la resolución de los problemas del habitar y la satisfacción de las necesidades del usuario, sin obviar otros objetivos importantes como la búsqueda estética, y los necesarios ejercicios de síntesis, al interior de la ciudad, entre continuidad y transformación, entre unidad y multiplicidad, entre el tipo arquitectónico y su metamorfosis; y entre lo especial y lo general.

Así, trataré de abarcar la obra, desde lo que se ha avanzado acerca del la mejor forma de solucionar el tema que se plantea como desafío a la obra en tanto edificio institucional de oficinas; para pasar luego al análisis del encargo particular, que corresponde a un edificio de oficinas ubicado en Calama para la División Codelco Norte; para luego analizar el lugar, como elemento determinante del proyecto para finalizar con una pequeña síntesis del análisis del proyecto en su respuesta a los elementos anteriormente descritos.

2. DESCRIPCIÓN DE LA OBRA.

El edificio corporativo para Codelco Norte alberga toda la administración de las faenas ubicadas en las minas Chuquicamata y Radomiro Tómic. Se emplaza en una zona cercana al centro de Calama, en la conocida Ex Finca San Juan que corresponde a un sitio eriazo de varias hectáreas en donde el polvo en suspensión el deterioro urbano son los protagonistas principales del sector.

En conjunto con el Mall Calama, este edificio ha comenzado la conformación de un nuevo e importante polo urbano. Ambos edificios, de altura similar y ubicados frente a frente, en lados opuestos a la avenida Balmaceda, comienzan a conformar una nueva imagen urbana en un sector predominantemente habitacional.

El proyecto está conformado por tres volúmenes rectangulares independientes formalmente, articulados por zonas de circulación vertical que concentran además las áreas de servicios, tanto higiénicos como de cafetería.

Los volúmenes, de cinco pisos, son bastantes simples en sus líneas principales y, dispuestos en forma de U, conforman un patio central, interior, de forma cuadrada, que actúa como elemento ordenador y hall exterior de acceso al conjunto. Esta construido en base a una simetría casi perfecta que traiciona la síntesis entre tipo y metamorfosis del tipo, generando elementos que no poseen sustentación argumental más allá del apego fundamentalista al principio de la simetría.

Cada piso, de cada bloque, posee una independencia que permite el ordenamiento de los distintos departamentos de la administración; y las plantas fueron diseñadas como plantas libres para optimizar el uso del espacio y otorgar la flexibilidad necesaria a los siempre cambiantes requerimientos de una organización dinámica.

En su cara exterior, los tres volúmenes cuentan con una doble piel formada por láminas de cobre perforado que actúan como filtros solares sobre los frentes vidriados del contorno y el alero sobre el patio, reduciendo en un 55 % la radiación solar directa, atenuando también el efecto del polvo y el viento; y tamizando las duras vistas que existen desde el interior hacia el entorno inmediato y lejano. Al menos eso e lo que se planteó por parte de los autores de la misma.

En el patio interior se ubica un árbol artificial en base a madera laminada y columnas de hormigón de 22 m que arroja sombras sobre las fachadas interiores y se constituye en el elemento protagonista de este hall abierto de acceso.

La proyección del patio central hacia la ciudad se realiza por medio de una serie de terrazas que van bajando de nivel y que acogen una vegetación propia de la zona, con la intención de que, al consolidarse como área verde, funcione como biombo contra la contaminación proveniente de la Ex Finca San Juan.

3. CONSIDERACIONES INICIALES.

No sería justo, ni honesto, realizar un análisis a la obra en cuestión si no se tomaran en consideración algunos elementos propios del proceso de materialización del mismo que han atentado contra los eventuales logros del diseño por el que se optó para la materialización del edificio.

Entre estas consideraciones, quizá la más importante a analizar es la absoluta falta de participación de los usuarios en el diseño del edificio y en la definición de los estándares de diseño, lo que se tradujo, una vez terminado y entregado el mismo en sendos trabajos de remodelación que, en algunos aspectos, traicionaron algunos de los principios básicos del diseño utilizado, por cuanto este no consideraba la cultura organizacional de Codelco ni como esta incidía en la configuración espacial de los lugares de trabajo.

Este tema, como otros, entre los que pudiera considerarse la elección del lugar para el emplazamiento del proyecto, ambos factores que no pueden ser imputados a los arquitectos, generaron conflictos en el diseño que dificultaron una mejor resolución del mismo. Esto no significa liberar de responsabilidad a los arquitectos autores del proyecto en cuanto a la búsqueda de soluciones adecuadas para una situación concreta, pero si permite evaluar con mayor objetividad los resultados obtenidos.

4. EL TEMA.

Desde la perspectiva de lo que se espera que cumpla un edificio de oficinas de nivel internacional y de ultima generación, hay que reconocer que el edificio cumple con sus objetivos que el tema desarrollado le plantea a un proyecto arquitectónico.

El edificio original, como fue concebido, contenía todo lo esperable de un edificio de estas características: plantas libres para asegurar la máxima eficiencia y flexibilidad en el uso y la configuración del espacio con el objeto de responder a los requerimientos, siempre cambiantes de un usuario complejo y dinámico; contenía además en su impronta, le concepto del espacio laboral democrático, que asegura la misma dignidad y calidad espacial a todos los miembros de la estructura, cambiando solamente los estándares de metros cuadrados necesarios para cada una de las actividades y sus demandas de privacidad.

Estaba pensado con una crujía envuelta en muros cortina que aseguraban un ingreso plano y parejo de la luz y la ventilación natural y concentraba en unidades compactas, la circulaciones verticales, los servicios higiénicos y los servicio de cafeterías para un mayor control y una mayor eficiencia del empleo del tiempo y de los recursos.

Contempla un sistema de seguridad compuesto por circuitos cerrados de televisión y un sistema de ingresos controlados mediante dispositivos y tarjetas magnéticas y con respecto a los estándares internacionales, se plantea que se encuentra un 20 % sobre lo utilizado a nivel mundial con un promedio de 14 m2 por persona.

Sin embargo, desde el punto de vista funcional, llama la atención que un edificio de esta magnitud no cuente en su diseño original, ni con un casino, ni con salas cuna, ni con estacionamientos suficientes para la capacidad instalada en sus plantas, lo que puede explicarse en el objetivo de saltarse algunos estudios necesarios para la probación de un proyecto con esas características y el conflicto que el respeto a estos procesos generaba con el cumplimiento de los plazos considerados para materializar el traslado de los trabajadores, el que resultó claramente insuficiente para desarrollar una planificación mas fina del proceso y, por tanto, un mejor producto final.

Esto generó una falta de eficiencia y eficacia en la generación del proyecto y en su fase de construcción, lo que quedó demostrado por la inconsistencia entre el producto final y lo realmente esperado por los futuros usuarios.

Quizá la prueba más clara de ello son los importantes cambios de planta y distribución que se materializaron luego de la primera entrega, lo que llevó a una transformación bastante importante del producto original, aumentando los estándares de algunos espacios, bajando de otros y modificando significativamente los principios generales de diseño antes mencionados.

Otro ejemplo sería la cantidad de estacionamiento que, junto con ser insuficientes, resulta obvio, es producto de la necesidad de prescindir de los estudios de impacto vial y ambiental que la ley requiere para edificios con número mayor a 150 estacionamientos. El edificio, que contemplaba una capacidad inicial de 900 trabajadores, y que debió ser disminuido en su etapa de reformulación a menos de 700 trabajadores, fue solamente pensado con 148 estacionamientos, que además están ubicados en una pésima relación con los accesos al edificio lo que implica largas caminatas (entre 300 y 400 m) en un clima hostil y precisamente a las horas en que las inclemencias del desierto se hacen más drásticas.

Así las cosas, llama la atención que en un edificio con tan buena resolución en algunas de las variables de diseño provenientes del tema, tenga errores tan básicos, en otras.

5. EL ENCARGO.

No obstante lo anterior, los aciertos y desaciertos desde la perspectiva del tema no siempre coinciden con los aciertos y desaciertos cuando el análisis se hace desde la perspectiva del encargo, mucho menos si este ha sido elaborado, como en este caso, sin la más mínima consideración por el usuario final, por el contexto en que se emplazó.

Esto queda demostrado, como ya se ha planteado, por los innumerables cambios que hubo que realizar, previo estudio ergonómico y de cultura organizacional, de las plantas consideradas inicialmente para el edificio, con el objeto de resolver algunos de los problemas que quedaron en evidencia durante la marcha blanca del mismo, digo algunos porque otros, simplemente no tenían solución.

De hecho, los muros cortinas terminaron sin cumplir su objetivo principal cuando fueron cubiertos, varios de ellos, por oficinas que requerían, según los usos y costumbres del negocio; y según la cultura organizacional y el clima laboral, de mayores grados de privacidad e independencia.

Lo mismo pasó con el concepto del espacio democrático que quedó reducido a simple teoría debido a los resabios de las separaciones de roles que aun permanecen el la realidad y en el imaginario colectivo de quienes laboran en Codelco y sobre todo, de quienes dirigen la minera estatal.

Para qué hablar acerca de los mecanismos de seguridad que han sido vulnerados ya en varias oportunidades y de las más variadas formas, lo que ha terminado por convertir al edificio en un agente absolutamente extraño y supuestamente inexpugnable en la trama urbana de la ciudad de Calama.

Además, los espacios considerados originalmente para pasillos fueron usados como espacios servidos y los espacios diseñados como espacios servidos terminaron siendo, en más de una oportunidad, espacios servidores. De hecho, en no pocas oficinas han reaparecido las cafeteras eléctricas, los termos y las tazas guardadas en los espacios diseñados para guardar papeles.

También, la elección del lugar para el emplazamiento atentan contra el resultado final del proyecto original puesto que el patio central que hace de hall de acceso abierto al conjunto, y que representa un gran abrazo de bienvenida e integración con la ciudad, no tiene ninguna relación funcional con la avenida a la que enfrenta, pues está separada de ella por la línea férrea, convirtiendo ese gesto potente en un acto vacío. Además el sentido de su apertura coincide con el sentido del viento mas desfavorable con respecto al viento predominante durante la mayor parte del día, que además de hacerlo un espacio un tanto inhóspito por el frio, arrastra el polvo proveniente de la Ex Finca San Juan.

Esto, sin considerar el desprecio absoluto que el proyecto posee por su entorno inmediato con el cual ni siquiera se propone conversar. Haciendo gala de un desprecio, absoluto también, por las síntesis mencionadas en la introducción, especialmente de aquellas que hablan de la continuidad y la transformación en la ciudad; del tipo arquitectónico y su metamorfosis para responder al contexto.


6. EL LUGAR.

Analizar el lugar siempre requiere de dos miradas complementarias. La primera habla acerca del lugar que un determinado encargo requiere para ser exitoso como proyecto, La segunda, como el lugar escogido marca o determina las variables de diseño en consideración a su relación con la trama urbana, con el soleamiento, con los vientos y con los hitos urbanos existentes, amén de los planes de desarrollo urbano, que para proyectos de esta envergadura no pueden pasar desapercibidos.

Desde la primera perspectiva, resulta claro que el Edificio Corporativo de Codelco Norte requería de un lugar con vocación de centro o polo de desarrollo urbano comunal. Este encargo no tenía ninguna posibilidad de ser instalado en un lugar anónimo o secundario. Exigía también, vías de acceso de tamaño adecuado, expeditas y seguras, de una conectividad que permitieran un rápido desplazamiento hacia las Faenas y edificios involucrados con la Administración de la Empresa estatal. Exigía de un lugar que no permitiera concentraciones públicas en su entorno o que, al menos, las dificultara.

Con respecto a esto, hay que decir que la ubicación escogida presenta una serie de contradicciones que dejan a cualquier observador medianamente informado sin entender el por qué de algunas decisiones. Efectivamente, el lugar escogido posee vocación de nuevo polo de desarrollo. Sobretodo si se consideran las sinergias provocadas por la instalación frente al mismo, del nuevo centro comercial de Calama. Esta ubicado, además, sobre una de las vías más importantes de la ciudad que une Calama con Chuquicamata; se encuentra a escasas cuadras del centro histórico de Calama al lado de proyectos emblemáticos de la ciudad, a futuro.

No obstante lo anterior, de poco le sirve estar ubicado sobre esta vía, si al edificio no se puede acceder por ella. Si está separada de ella por una línea férrea y si funcionalmente, los accesos están definidos en uno de sus costados y en sus espalda, es decir, con una continuidad visual total y una discontinuidad funcional o de uso, también total.

Desde la Segunda perspectiva, pareciera que el lugar como variable determinante del proyecto no fue considerada de manera muy rigurosa. De hecho, se plantea una simetría casi perfecta en el diseño volumétrico que determina, por ejemplo, la existencia de la doble piel en una fachada que no posee jamás radiación solar directa.

Del mismo modo, una de las fachadas que alberga parte importante de las oficinas y que recibe sol todo el día, no posee protección y la sombra que debía proyectar el árbol artificial del patio central en conjunto con el sombreadero superior, no alcanza si quiera a cubrir la misma durante algunas de las horas de mayor radiación.

Otro ejemplo es que la misma simetría no permite jerarquizar los accesos ni mucho menos permite leer, desde la ciudad, un orden o coherencia del texto del proyecto que permita expresar con nitidez en el exterior, su funcionamiento interior. Los bloques no presentan una jerarquía que permita entender el proyecto como una secuencia de espacios, ni menos una diferenciación mínima entre las distintas partes del edificio que le permitieran conversar con su entorno de manera de poder integrarse al único texto inacabado que representa la ciudad que debe ser abordado con la responsabilidad de insertarse en un texto que tiene historia, identidad protagonistas que no podemos ignorar.

7. CONCLUSIONES.

En síntesis, el edificio que me ha tocado analizar desde la perspectiva de la crítica arquitectónica cumple de manera relativa con lo esperable desde la perspectiva del tema, entendido este como un edificio institucional de oficinas que logra incorporar algunos de los elementos que la ciencia y la técnica han logrado desarrollar para mejorar los estándares de productividad de la jornada laboral y la calidad de vida laboral en términos genéricos.

Otros de los elementos, que podríamos decir que provienen, no solo desde los avances de la ciencia y la técnica, sino de una mirada más global de la disciplina y de una preocupación efectiva por el usuario final, han quedado, sin duda, tratados de manera inadecuada. Es el caso de algunas ausencias en el programa, como el casino, las guarderías infantiles, las salas de descanso y para fumadores, una biblioteca, un auditorio, los estacionamientos para los trabajadores para visitas y algunas dependencias para promover la integración con la comunidad en la cual el edificio se inserta.

Ahora bien, desde la perspectiva del encargo, el resultado del análisis es menos feliz puesto que elementos centrales de lo que configura un encargo, simplemente están ausentes. Esto no solo ha puesto en duda algunos de los aciertos desde la perspectiva del tema sino que ha significado la resignación, por parte de los usuarios, a algunos elementos del proyecto que por no haber sido considerados en su génesis, hoy no poseen la posibilidad de ser abordados de manera adecuada y solo pueden ser “mejorados” con soluciones parches que muchas veces traicionan el espíritu del diseño original.

Tal es el caso de los elementos de la arquitectura que no responde adecuadamente a la cultura organizacional, como los espacios de trabajo y sus estándares. O aquellos elementos, como los muros cortina que solo iluminan pasillos y oficinas individuales mientras otros espacios carecen de luz natural.

Por último, desde la perspectiva del lugar, el análisis resulta ser el menos feliz de todos. Inicialmente, el lugar escogido para su emplazamiento no responde de manera adecuada a los requerimientos de inserción urbana que cualquier proyecto de este tipo implica. Luego, porque el proyecto arquitectónico no considera adecuadamente las variables que entrega el entorno urbano inmediato y mediato, la estructura vial existente, los hitos urbanos, los elementos del clima y, lo más importante, la identidad del lugar.
Así las cosas, las conclusiones no son muy felices y a pesar de que no todos los problemas del proyecto son imputables exclusivamente a los arquitectos autores del mismo, es inevitable decir que se extraña un rol más activo de nuestro gremio en la discusión acerca de nuestras ciudades de cómo nuestras obras se insertan en ellas, como una de las formas de aportar a la conformación de ciudades más humanas y con una mejor calidad de vida. Aquí resulta imprescindible prevenir antes que curar pues curar los errores que se cometen en la ciudad resulta carísimo cuando es posible.
[1] Daniel Jadue J. es Arquitecto, Lic en Sociología y Candidato a Magister en Urbanismo de la Universidad de Chile.

mayo 15, 2006

LA ARQUITECTURA ISLÁMICA Y SU INFLUENCIA EN AMÉRICA LATINA.

1. Introducción.

Muchas veces el arte y la arquitectura islámica han sido objeto de investigaciones que han pretendido develar su alcance e influencia abarcando toda su larga historia y su maravillosa y variada producción. No menores son los estudios que han caído, consciente o inconscientemente, en el afán de desvirtuar los resultados de sus investigaciones, producto de la lente deformante de las Cruzadas y del dogmatismo religioso a través del cual ha sido presenciado, desde occidente, el fenómeno del Islam, con el objeto de desconocer su influencia, asumiendo algunas manifestaciones, el carácter de engendros espontáneos sin influencias reconocidas.

Sin embargo, es menester destacar que este fenómeno tan lejano, que para algunos historiadores fue una brutal invasión que desgarró a occidente arrasando con todo lo que en el existía, fue para otros una influencia que dio a oriente y a occidente su mejor época de convivencia pacífica y florecimiento artístico y literario.

Ahora bien, América Latina recibió los influjos del Islam precisamente de quienes pretendían hacerlo desaparecer de su propia historia luego de siglos de absoluto predominio filosófico sobre sus propias vidas cotidianas, y por lo mismo pretendió negarse a aceptar su procedencia, dando muestras, una vez más, de la incomprensión profunda de la discusión filosófica que se escondía tras las construcciones materiales que no eran más que el fiel reflejo de construcciones filosóficas que gozaron de mayor autoridad durante varios siglos, sin necesidad del recurso a la violencia.

El presente trabajo pretende ayudar a develar esta discusión filosófica, como puerta de entrada a una discusión más honesta acerca de los resultados que en los suelos del Nuevo Mundo fueron fruto de una de las más fértiles fusiones de espíritus nobles que buscando enaltecer al Dios Único generaron uno de los estilos más importantes del arte y la arquitectura islámica y de la arquitectura hispanoamericana, el Mudéjar. No pretendo, por tanto, constituirme en un catastro de obras, sino más bien entregar algunos elementos filosóficos que permitan encontrar con ojos más abiertos aquellas influencias cuya negación solo pueden significar un alejamiento a nuestras propias raíces traicionando nuestra propia identidad.

Por lo mismo pretendo poner énfasis en cómo la filosofía del Islam ha modelado las construcciones y el paisaje urbano de numerosas regiones de tan diversas culturas y tradiciones, tanto artísticas como técnicas; entregar al oyente los elementos necesarios para acercarse desprejuiciadamente, no a las obras de arte ni de arquitectura, sino más bien a la causa última de esa introversión esencial que existe en el espacio islámico y que ha quedado de manifiesto en numerosos trabajos que pretendiendo limitar los alcances del Islam, nunca incorporaron en ellos a la arquitectura colonial latinoamericana.
La intención es demostrar que para analizar la influencia islámica no es lo más importante reconocer las formas que pueden o no repetirse de un lugar a otro, sino más bien, el cómo todo el eclecticismo islámico fue capaz de entregar una unidad estética formal que trascendió todas las fronteras de las distintas culturas que el Islam fusionó; cómo fue capaz de dar respuestas semejantes en lugares tan distantes geográfica y culturalmente; cómo fue capaz de partir desde un vacío arquitectónico casi perfecto hasta entregar a la humanidad una de las mejores muestras de tolerancia, integración y respeto por todas las culturas unificándolas en un producto de una unidad estética formal tan profunda sin la necesidad de destruir o desechar nada de lo valioso que existiera en las distintas culturas que el Islam unificó en su camino de resituar al Dios Único en su lugar.

2. Contexto histórico filosófico.

Hablar de filosofía islámica no resulta fácil si tomamos en cuenta que su ley no se compone solamente de un credo religioso, sino más bien de una filosofía de vida que compromete al individuo en todos los ámbitos de su vida cotidiana. El Islam o "sumisión a Dios", la última de las religiones reveladas, es una religión absolutamente monoteísta, cuya ley, entregada por Dios a Muhammad, el "enviado de Dios" o el "sello de los profetas", recopilada en el Corán, que quiere decir "recitación, considerado como no creado y atribuido a Dios, y en los Hadith, que son los dichos y hechos más importantes del Profeta, puede resumirse en la fórmula de su profesión de fe o Shahada:

"No hay más Dios que Allah y Muhammad es el enviado de Allah."

El Islam, al igual que el Cristianismo, rechaza la estructura de castas de la civilización hasta entonces tradicional, basada en la consanguinidad. Para él, el siervo y el amo, el ignorante y el sabio, son idénticos ante Dios y ante la Ley, por lo que se comprende que las masas populares hayan encontrado en el Islam una conquista de liberación en todo el sentido de la palabra. Posee un carácter simplista, con marcadas tendencias antimetafísicas, robustamente éticas, voluntaristas y socialmente igualitarias, por lo que en el momento de su aparición en escena se presenta como un elemento modernizador y democrático.

No pretende presentarse como una religión nueva, sino más bien pretende reformar la religión única del Dios Único, librando batallas éticas y morales en contra de quienes, conociendo la verdad, han optado por ocultarla para sacar beneficios de ella.

Así combate filosóficamente al Judaísmo por su enclaustramiento que ha limitado el acceso del resto del mundo al Dios Único, y por ende, Universal, exaltando y monopolizando los privilegios de su conocimiento detrás de la fórmula inaceptable del Pueblo Elegido. Del mismo modo combate al Cristianismo que, consciente de la unicidad de Dios pretenden manipularla con elementos que confunden a los que son prisioneros de la ignorancia y en búsqueda de justificar el abuso de poder confunden a Dios con el hombre y al hombre con Dios, en la Santísima Trinidad. Del mismo modo combate la supuesta separación entre el Reino de Dios y el reino de los hombres, postergando la felicidad de los hombres hasta después de la muerte.

De aquí que la respuesta a la interrogante planteada en la introducción se encuentra en la primera batalla moral que el Islam asume como propia en contra de quienes, conociendo al principio creador, al Dios Único e Infinito, han profanado su nombre con desviaciones tales como la Santísima Trinidad, o con afirmaciones de privilegios otorgados por Dios para convertir a algunos hombres en algo más que hombres y a otros en algo menos que hombres.

De esta batalla moral es que emana la tolerancia religiosa y la universalidad del Dios Único, en contra del enclaustramiento de los judíos que han traicionado su misión en la tierra. De esta batalla moral es que nace la crítica a la separación de los actos de fe con los de la vida cotidiana en el desapego al mundo que promueve el Cristianismo. De esta batalla moral nace la coherencia cabal del concepto de la unicidad de Dios. Y de la síntesis de las tres, la batalla más importante, la que se lleva a cabo, dentro de los principios de la igualdad, contra los inconsecuentes que pretenden limitar el ámbito de lo divino a parcialidades que no dan cuenta de la dimensión real de Dios.

La unicidad de Dios que rige el universo y que conduce a los hombres según su voluntad presenta la imagen de un Dios que no solo ha creado el Mundo como en la tradición judeo-cristiana, sino que continúa creando todo cuanto se mueve y vive en el Universo. Él es el principio de toda vida, abarca y conoce todas las cosas, no ha engendrado ni puede ser engendrado, no tiene límites ni comparte Su poder con hombre alguno en la tierra. De esta convicción nacen los llamados furibundos a la gente del libro (Judíos y Cristianos) para que renuncien a revestir la verdad de mentira que es por ellos conocida. De aquí la convicción acerca de la necesidad de generar una actitud globalizante que comprometiera de manera coherente y consecuente al ser humano, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, detrás de los principios de los que sólo Dios puede ser portador y por lo tanto, de aquellos que el hombre debe diferenciarse. Dios es Uno, Único e Infinito.

3. El Islam en el Arte y la Arquitectura.

De aquí que el principio fundamental de la metafísica del Islam es que sólo Dios es Inmutable y Eterno; que el tiempo no es sino la sucesión de unos instantes no unidos entre sí y además reversible; todo es mudable e inestable, transitorio y accidental, las formas son irreales, no existen de por sí actos creadores del Dios Único incorpóreo, no localizable y Omnipotente.

A partir de este principio es que se afirma cada vez con más fuerza, a medida que la experiencia le fue dando al arte y a la arquitectura islámica la madurez que derivara en una actitud intelectual absolutamente consistente, la renuncia al arte imitador de la naturaleza, por considerarlo un acto blasfemo y ofensivo a Dios. Con el transcurrir del tiempo, a medida que la tradición se fue convirtiendo en ortodoxia, incluso se llegó, en los siglos correspondientes al Islam clásico, a condenar el uso de la figura humana y de la animal, así como las alusiones a los elementos de la naturaleza.

De aquí que sea necesaria conocer las características de la creación divina para develar, a partir de ésta, las características que puede tener la creación humana. Frente a la unicidad y la diversidad se oponen la repetición y la simetría. Frente a la inexistencia de entidades ideales en la naturaleza, se opone el uso de la geometría simple y pura; frente al infinito se opone la introversión espacial, el carácter fragmentario del espacio y una concepción finita y acotada del mismo. Frente al vacío y su relación con el infinito, la ciudad se construye desde el lleno, representado en la manzana, el uso de líneas suaves y la austeridad de los espacios públicos completarán el cuidado que el Islam pone por la igualdad ante Dios de todos los hombres.

Todo esto va creando un arte abstracto y alusivo. Las formas naturales son estilizadas y llevadas a formas y enlaces geométricos, por lo que en el arte islámico se desarrolla, hasta jugar un papel fundamental, el arabesco, reducción abstracta de formas vegetales, de enlaces geométricos y de caligrafía, esta última considerada en el Islam como el arte por excelencia, por ser la escritura el vehículo a través del cual Dios entrega su palabra a los hombres, a través de Muhammad.

Existen una serie de alusiones fragmentarias que comparan lo transitorio de la vida terrena con respecto al infinito, alusiones a lo mudable comparado con la eternidad. La sucesión de espacios totales en sí, como partes que integran un todo, que sin embargo, no es posible percibir sino desde una posición superior, como cuando se mira una planta. El lugar que el agua, vital para el rito de la ablución o purificación para el rezo que debe realizarse cinco veces al día, ocupa en el patio como eje ordenador del espacio que está siempre preparado para albergar a la comunidad reunida y cohesionada, momento preciso en que se comunica con la divinidad.

De aquí que sea normal asistir a la proliferación incontenible de espacios acotados, rodeados de corredores delimitados por pilares, de volúmenes simétricos flanqueados con torreones o minaretes en algunas o todas sus esquinas. De aquí que nazcan como en la Al-Hambra espacios en los que el agua juegue un rol central como lo juega en rito de la ablución. De aquí que se den con incomprensible exactitud los esquemas que desde España hasta la India y China contribuyen a generar una diversidad de estilos que juntos conforman todo el espectro de la arquitectura islámica.

Cabe destacar que al nacimiento del Islam, en la península existía un vacío arquitectónico casi perfecto, y que el eclecticismo propio de una escuela tolerante lo llevo por el camino de la combinación fascinante de elementos de las más diversas y distantes culturas, que se fueron fundiendo en un producto único y original con una unidad estética formal palpable en toda su larga historia temporal y en el vasto territorio en que su cosmovisión terminó imponiéndose como acertada.

El Islam es una religión eminentemente ciudadana y necesita de la ciudad para llevar a cabo sus programas sociales, religiosos, políticos y económicos. Por lo mismo, promovió una intensa vida urbana y fundó numerosas ciudades. En el aspecto urbano, aunque algunos autores afirman que no se puede hablar de "Ciudad Islámica" debido a su enorme parecido con la ciudad medieval, la ciudad islámica es inmediatamente reconocible y en ella se funden los mismos principios que rigen para la arquitectura en general. No existen en la ciudad islámica clásica la perspectiva ni los puntos de fuga; se construye desde adentro hacia afuera, desde el espacio construido, acotado hasta el exterior que pertenece a lo divino como todo lo que existe sobre la tierra; no existen la interminable continuidad de las grandes avenidas y todas ellas terminan siempre en un plano que obstruye la visión; no existían en la ciudad clásica ni rascacielos ni altos edificios a excepción de los minaretes que enmarcan y definen la ubicación de las mezquitas.

A la mezquita congregacional, monumento islámico por excelencia, se le suman en un corto plazo todos los que conforman la arquitectura del poder temporal, como los palacios, los colegios y las universidades, los baños públicos, los mausoleos y los edificios públicos, que a pesar de la diversidad de sus funciones sociales, son fieles representantes de principios creadores que los inundan hasta definirlos con el sello creador del Dios Único, Infinito, Todopoderoso y Eterno.
4. La Arquitectura Colonial Latinoamericana: Hija Natural de la Arquitectura Islámica de España.

Aunque resulta evidente que no puede hablarse de arquitectura islámica en América, no menos evidente es el hecho de que quienes a ella llegaron venían tremendamente influenciados por lo que habían visto, oído y aprendido en varios siglos de comunión estrecha con la religión de Muhammad y con todas sus consecuencias culturales y sociales. Sin embargo, su necesidad de deshacerse de los influjos de la ocupación, los llevó a adoptar una trama urbana fundacional completamente reñida con el espíritu de la espacialidad urbana, la que fue llenada, sin embargo, con edificios que en nada se diferenciaban de los principios creadores con que el Islam había modelado el paisaje urbano y arquitectónico de todo el mundo antiguo.

Por lo mismo, no se hace difícil encontrar las influencias que plagaron las primeras manifestaciones arquitectónicas de la conquista y la colonia, antes que los influjos de la ilustración hicieran de las suyas en las tierras de América, sin necesidad de recurrir a la imitación formal que por mucho que logre imitar no tiene la capacidad de transmitir en sí y por sí una concepción espacial que es a todas luces reconocible, estén o no esas alusiones formales.

La Hacienda y la Casa Patronal; los conventos y los primeros edificios públicos; con su predominio de la horizontal; con sus patios porticados y su predominio del lleno sobre el vacío; con su introversión esencial y sus líneas claras y simples; con sus patios ordenadores, vacíos o llenos de vegetación y la ubicación de las fuentes que convertían al agua en protagonista de la vida cotidiana; la simetría de las construcciones, los torreones en las esquinas, etc.; todo habla con elocuencia sin igual, de los mismos principios generadores de la arquitectura islámica del Viejo Mundo.

Logran ser parte de la misma unidad estética formal sin necesidad de recurrir al arte mudéjar propiamente tal o a las imitaciones formales que algunos, que no lograron sobreponerse a los irrepetibles aciertos en el manejo de la luz y de la sombra para describir el paraíso coránico que en un comienzo del arte se describiera con la figura vulgar y obvia de las reproducciones pictóricas, no se aburrieran de repetir, en la búsqueda de el manejo sin igual de la luz y de la sombra que hiciera famosa a las mejores piezas del arte y la arquitectura madura de la producción islámica.

Logran ser parte de la misma unidad estética formal sin la necesidad de recurrir a la copia estilística que no representa ni con mucho la verdadera fuerza de la influencia del arte y la arquitectura islámica en paisaje urbano de la ciudad latinoamericana, mayoritariamente baja, con el predominio absoluto en sus calles del lleno sobre el vacío, con la austeridad propia de quien guarda sus mejores sorpresas para la vida íntima que resguarda la armonía de la comunidad en la mezquita o de la familia en la vivienda y la arquitectura civil.

[1] “III jornadas de cultura arabe el-Andalus allende los Andes”. Centro de Estudios Árabes de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.
[2]Arquitecto y licenciado en Sociología, viviendista y candidato a magister en Urbanismo por la Universidad de Chile.